[Historia] Alástor Haraldsson

Mannoloroth
Por Mannoloroth en Archivo del Foro,
Probablemente al pensar en un paladín humano, un justiciero de la Alianza, un caballero de la Mano de Plata estés pensando en un Cruzado de brillante armadura de lustroso cabello rubio flotando al viento, atractivo y perfectamente afeitado y no en Alástor Haraldsson, con su pelo castaño, recogido en una torpe coleta, una barba muy descuidada, una armadura oscura y oxidada, de ojeras importantes y un olor a cerveza enana difícil de pasar por alto.   El pequeño Alástor fue concebido como un guerrero en una nación de guerreros, a mediados de la Segunda Guerra, en la ciudad de Stromgarde. El niño creció feliz entre las ruinas de la antaño más gloriosa ciudad humana, observaba a los paladines en sus doradas armaduras caminar por la ciudad con una admiración increíble. Pero la felicidad es algo efímero, el niño observó a sus padres a su marcha, una noche lluviosa, una misteriosa Plaga, en el norte de Lordaeron...No volvió a verlos. Las noticias sobre la Plaga, la caída de Lordaeron llegaron a todos los rincones de los Reinos del Este, Alástor fue enviado como tantos otros niños a Ventormenta, la recién construida nación, era la más alejada de Lordaeron, y su madre contaba maravillas de su país natal... Echó un último vistazo desde el carro de caballos, mientras se acercaban cada vez mas al Puente Thandol, sería la última vez que Haraldsson viera Stromgarde bajo la bandera de la Alianza. Su siguiente hogar fue el orfanato de Ventormenta, al lado de la Catedral, donde siguió un camino para convertirse en paladín... Pero todo resultaba... decepcionante... Siempre se había emocionado al ver a los caballeros de dorada armadura, se creyó que eso le bastaría.   Alástor lleva una vida aburrida, patrullando sobre su destrero por las calles de Ventormenta, al servicio de la Alianza... Había entablado amistad con un orco una semana antes de que este fuera ejecutado, y las palabras del veterano anónimo le habían calado hondo. "Lok'tar ogar, victoria o muerte"... Alástor compartía totalmente esa visión, él quería vivir para la guerra, pero estaba harto de patrullar y solo tener una lucha con los rateros de turno. Hasta un día, en el que un mensaje le llegó, era requerido su servicio a la Alianza en la recién fundada ciudad en aquel continente alejado de todo... Había oído historias, un pantano enorme, hasta donde alcanzaba la vista... tenía un nombre especial, aterrador... algunos viajeros lo llamaban la Puerta de no-retorno, aún que lo cierto es que era una tierra nueva y siniestra, las leyendas le darían un nombre más adecuado con el tiempo.  La ciudad había sido un asentamiento militar durante mucho tiempo y había adoptado el nombre de Leonera.  Y sufría los constantes ataques de tauren locales, asalvajados, monstruosos, muy agresivos. Alástor sonrió, se había acabado la vida relajada, la vida de patrullar por calles vacías, la vida de ahogar las penas en alcohol tocaba a su fin.
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